domingo, 3 de febrero de 2013

Señales de alarma para el stres

Aunque parezca paradójico, no podríamos vivir sin estrés. «Es fundamental para adaptarnos. Nos sirve para enfrentarnos a los cambios», pero se convierte en un problema cuando nos provoca síntomas a largo plazo que repercuten negativamente en nuestra vida.

Un 40% de los trabajadores y más de la mitad de los empresarios confiesan sufrir estrés, según datos del INE. La incertidumbre y la inestibilidad laboral aparejada a la crisis tampoco ayudan a que estos datos se reduzcan.

Sin embargo, por miedo a perder el empleo, las bajas laborales han disminuido y cada vez se dan más casos de estrés crónico. Una situación que perjudica a la productividad de la empresa.

En este sentido, ambos expertos, que participan este miércoles en el simposio «Estrés y Entorno Laboral», señalan la importancia del mando intermedio para la gestión del estrés en la empresa. «Es importante una buena organización de los objetivos y el trabajo. Que cada trabajador sepa cuál es su rol e intentar no perder la calma», «Debe transmitir motivación sin estresar a sus subordinados».

Enfermedades asociadas
El estrés, en sí mismo, no es una enfermedad, pero puede desencadenar patologías de tipo psicológico, como depresión o ansiedad; y también hipertensión, infecciones, diabetes tipo 2, migraña, infertilidad e incluso disparar el riesgo de ataque al corazón.

Llevar una dieta equilibrada, dormir suficiente y bien, y hacer ejercicio puede ayudarnos a evitar enfermar por estrés.

En cualquier caso, es importante estar atento a los síntomas para poder abordar el problema antes de que pase a mayores. Las señales de alarma más comunes son la dificultad para conciliar el sueño, los trastornos de tipo muscular o los digestivos. Pero no son los únicos. A continuación, enumeramos otras señales a tener en cuenta:

Mentales: Dificultad para concentrarse, malhumor, nerviosismo y ansiedad, preocupación excesiva, agitación, tensión y sensación de aislamiento o agobio.

Físicos: Agotamiento, dolor de cabeza, tensión muscular, falta de energía, sequedad bucal, diarrea o estreñimiento, náuseas, vértigo y pulso cardíaco rápido.

Conductuales: Comer o dormir en exceso o muy poco, el aislamiento, la dejadez y el consumo de alcohol, tabaco o tranquilizantes.

«Pueden ser síntomas que duren tres o cuatro días si coinciden con una pico puntual de estrés, pero si se prolongan durante más de dos semanas, lo más aconsejable es acudir al médico», advierte el doctor Iniesta.

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