martes, 12 de marzo de 2013

LA LUMBAGIA, UN MAL DEMASIADO FRECUENTE


La Sociedad Española de Reumatología (SER) acaba de publicar los resultados de un estudio, EPISER, que pone de manifiesto datos notables de la incidencia de lumbalgia en la sociedad española: el 15% de la población la sufre y el 80% padecerá un episodio en algún momento de su vida. Estas cifras sitúan a esta afección entre las más prevalentes. Además, como afecta en gran parte a la población activa, es una de las causas que más bajas laborales provoca, la segunda más común de absentismo laboral en los países desarrollados. 

La lumbalgia ocupa el segundo lugar entre las enfermedades reumáticas que provocan una peor calidad de vida respecto a las limitaciones físicas, después de la artrosis de rodilla. Sea cual sea su origen, hay siempre una inflamación que se resuelve con el tiempo. Pero por ser un proceso lento, es muy fácil volver a lesionarse la espalda. Por este motivo, hay que llevar un buen tratamiento que la convierta en episódica y no recurrente, crónica e, incluso, discapacitante.

La SER recomienda, a propósito de la publicación de EPISER, llevar a cabo actividades cotidianas que podrían ayudar a prevenir la lumbalgia: caminar por terreno llano al menos una hora cada día, mantener una higiene postural adecuada y practicar ejercicio, sobre todo natación (mejor el estilo de espalda) y bicicleta estática con el manillar elevado. Diez minutos al día de ejercicio deberían ser suficientes para prevenir el dolor de espalda y fortalecer los músculos, siempre y cuando no se practique en plena crisis.
Sedentarismo y mala posición
Uno de los principales factores de riesgo de desarrollar lumbalgia es desempeñar un trabajo sedentario, que favorece adoptar malas posturas y puede derivar en dolor de espalda o de cintura. Pero no solo es la ocupación. En la actualidad, muchas personas pasan una gran parte de su tiempo de ocio ante la pantalla del ordenador. Debido a que estas afecciones se desarrollan de manera lenta, la mala posición se convierte en hábito y, éste, en un alto riesgo de padecer la enfermedad. De la misma manera, como la mayoría de las molestias se controlan al tumbarse o descansar, muchas personas optan por dejar pasar el problema.
Para acelerar la recuperación, hay que evitar el reposo en cama y mantener el grado máximo de actividad física que el dolor permita
Las mujeres se llevan la peor parte, ya que afecta más a ellas. Y no es una buena noticia, porque se une al conocido carácter femenino de la osteoporosis. Cumplidos los 55 años, los defectos posturales pueden acarrear a largo plazo más problemas, al unirse al proceso menopáusico, momento en el que se reduce la capacidad del organismo para absorber el calcio: permanecer con posturas incorrectas de forma prolongada puede provocar microfacturas óseas.
Contar con una silla con respaldo cómodo y recto a la altura del escritorio, levantarse cada dos horas, hacer movimientos y caminar un poco por la estancia, son algunas de las sencillas pautas que se pueden llevar a cabo sin demasiadas complicaciones.
La SER también destaca las labores domésticas como posibles desencadenantes del dolor lumbar. De esta manera, la entidad invita a arrodillarse o doblar las rodillas para ajustar la ropa de cama, subirse a una altura adecuada para limpiar los objetos que estén por encima del hombro y repartir la carga entre ambos brazos tras volver de la compra. Es aconsejable descansar una pierna en una pequeña tarima al planchar y evitar las almohadas excesivamente altas o dormir sin ellas. Es mejor dormir de lado o boca arriba.
Guía oficial de tratamiento
Hay muchísimos estudios que tratan de definir la terapia más adecuada para la lumbalgia, aunque el mejor tratamiento se ajusta a las necesidades del afectado. En la actualidad, solo hay una guía oficial en España que propone el abordaje de esta sensación molesta de manera eficaz y que está reconocida por las principales sociedades españolas relacionadas. Es la versión española del Programa Europeo COST B13, que incluye pautas para la lumbalgia aguda (si dura menos de 4 semanas), la forma crónica (si dura más de 12 semanas) y su prevención.
Para acelerar la recuperación y reducir el riesgo de que este mal se repita en el futuro, las guías aconsejan evitar el reposo en cama y mantener el grado máximo de actividad física que el dolor permita. Si bien no se sugiere el ejercicio en plena crisis, sí cuando se prolonga durante más de 6 semanas. La SER se aventura a apuntar deportes específicos, aunque en la guía COST B13 no se decantan por ninguna actividad física en concreto.
Respecto a la terapia farmacológica, los medicamentos más eficaces son analgésicos, antiinflamatorios o relajantes musculares durante tres meses. A partir de ahí, si se prolonga, se puede optar por neurorreflejoterapia (grapas quirúrgicas que estimulan las fibras nerviosas relacionadas con los nervios implicados en el dolor) o por acudir a una “escuela de la espalda”, es decir, centros donde enseñan al paciente a manejar de manera activa su problema. No se proponen aquellas donde se centran exclusivamente en la higiene postural o la ergonomía.
Si el malestar va más allá de los 3 meses o cuando hay señales de mal pronóstico (un círculo vicioso que no permite superar la situación) también puede ser oportuno el tratamiento psicológico, o ante hernia discal, la posibilidad de intervención quirúrgica.
Las “no recomendaciones”
No obstante, hay métodos que las guías no aconsejan: electroterapia; algunos procedimientos físicos como tracción, corsés y fajas lumbares, manipulaciones vertebrales, acupuntura o reposo en cama; infiltraciones esclerosantes, de toxina botulínica y ozonoterapia; y cirugía para lumbalgia inespecífica. Según la guía europea, no hay fundamento científico para el uso de suelas, plantillas o sillas y colchones con fines preventivos, si bien es cierto que los síntomas persistentes pueden mejorar más con un colchón de firmeza intermedia que con uno muy firme. Tampoco hay, por ahora, evidencia científica que avale la quiropráctica. El ejercicio físico regular es la práctica con mayor efecto preventivo.
EL FACTOR GENÉTICO
Un estudio reciente de la Universidad de Salt Lake City (EE.UU.) asegura que esta sensación persistente en la región inferior de la espalda puede tener a los genes como importantes responsables. Se ha establecido el factor hereditario en el hecho de que las personas con un familiar cercano, como un padre, hermano o hijo, con dolor de espalda son más de cuatro veces más propensas a desarrollar este síntoma, aunque no determine su desarrollo final.
No es el primer estudio en descifrar evidencias en este campo. En 2005, un trabajo realizado con gemelos en el Hospital Saint Thomas de Londres (Reino Unido) demostró que el factor más importante de este mal está en los genes. Falta por conocer cuáles son los genes implicados. Las recomendaciones para protegerse de las lesiones y el dolor de espalda son muchas y las personas con antecedentes familiares deberán llevar a cabo una atención especial.
Fuente: Consumer.es

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